¿Por qué ir solo en una furgoneta?
Los que llevan tiempo viajando en furgoneta se saben esta pregunta de memoria. Con sus variantes: "¿Vas a ir solo?", "¿No es demasiado peligroso?", "¿Cómo vas a hacer frente a las reparaciones si algo sale mal?", "¿No te da miedo encontrar el tiempo largo? En definitiva, el anuncio de la inminente marcha de una mujer en solitario suele desencadenar numerosos debates en su entorno, que no necesariamente entiende los motivos.
Sin embargo, ¿qué nos lleva (sí, soy mujer, lo reconozco) a ponernos al volante de una furgoneta con el bolso en el asiento del copiloto? La respuesta, tan obvia, no es exclusiva de un género. Las mujeres se van solas en una furgoneta por las mismas razones que los hombres: el deseo de libertad. Esa sensación de plenitud teñida de emoción se siente desde el momento de la partida.
Nos acomodamos en el asiento, ajustamos el retro, seleccionamos nuestra lista de reproducción especial para el viaje por carretera. La llave gira, el pie se desprende, nuestros ojos miran a lo lejos. Inspiramos, sonreímos y nos vamos ¡